viernes, 15 de mayo de 2009

Inteligencia, Pensamientos y Ombligos.

Es de sobra conocida la compilación y aportación Freudiana de ganchos al narcisismo humano, a esa falsa ilusión infantil de superioridad.

La primera conquista la realizó el Sol gracias a Copérnico, que nos suplantó del centro del universo. Otros físicos y astrónomos nos mandarían más lejos del ombligo universal. Pero aún nos quedaba nuestro trono terrestre.

Más territorios humanos fueros invadidos cuando Darwin, tras su viaje en el Beagle, trajo de souvenir un parentesco con los demás seres vivos del planeta. Pero aun nos quedaba la provincia de la inteligencia.

Del tercer golpe, original de Freud, no comentaré nada puesto que no es mi intención actual. Quizás en otra ocasión, si lo desean, lo podremos tratar.

Pero los imperios bien forjados no caen tan fácilmente. Dado que no es el caso, el humano se batió en retirada a la muralla de la inteligencia y el pensamiento. Allí se creía intocable. Pero una muralla es física, y la inteligencia y el pensamiento conceptos. Se preguntó acerca de su posesión, que pasó del alma a la mente, pero ¿Dónde está la inteligencia?, ¿Cuál es el sustrato biológico del pensamiento? El cerebro, contesto a continuación. Demuestra que el tuyo es mejor, replicaron. Como adolescente que es, el género humano dijo que el suyo era más grande y mejor. Ruin robo a una ballena o a un elefante. El tamaño relativo del cerebro fue otro baluarte. Que asalto una musaraña, entre otros. El tamaño del cortex, del cortex prefrontal, el número de circunvoluciones (ninguno de estos especial) y algunas más evidencias invidentes fueron bastiones de nuestro imperio, ya decrépito. Estos últimos reductos, enarbolados de un modo aparentemente científico, no son más que lo bellos palacetes franceses de los monarcas y sus respectivos consanguíneos que cayeron durante la revolución de 1789, esto es, inútiles. A parte de estúpidos, claro.

Pero, ¿Qué es lo que defendemos como único en el ser humano, qué es la inteligencia? En mi humilde opinión, no es más que la capacidad de percibir y responder ante relaciones entre eventos, relaciones de distinta índole y eventos diversos, pero no más que eso. Esas relaciones pueden ser percibidas tal y como se percibe un objeto y responder ante tal percepción o a ellas mismas, y a esto llamo pensamiento, o bien pueden afectar directamente a la respuesta del organismo, sin que sean percibidas a un nivel llamemos “consciente”. Desde este punto de vista, dado que cualquier ser vivo puede realizar esta proeza, no somos significativamente distintos de otros animales y el pensamiento deja de ser un leño para pasar a convertirse en ceniza de la hoguera del antropocentrismo.

1 comentario:

  1. Grande Ernesto!

    Personalmente he pensado que lo que nos diferencia de cualquier animal son las pasiones.
    Instintos camuflados bajo la piel de una experiencia previa, de un conocimiento adquirido.
    Esto es, ningun otro ser vivo siente celos, ni envidias y creo que tampoco amor tal y como el genero humano lo lleva siglos describiendolo.

    En fin, me gustaria que me contaras la version extendida con una cervecita!

    Un abrazo hermano!

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